En 1683 el Imperio Otomano, quiso invadir el Imperio Austrohúngaro, que en aquellos momentos era la puerta de entrada en Europa. Viena resistió un asedio larguísimo y finalmente los otomanos acabaron derrotados.
Para celebrar la victoria, el gremio de pasteleros de Viena quiso crear un pastel conmemorativo. Se convocó un concurso y el jurado escogió una pequeña pieza de brioche, en forma de media luna, símbolo del Imperio Otomano.
El nuevo pastel tuvo un éxito rotundo en toda Europa, sobre todo en Francia, donde enseguida lo llamaron “Lune Croissant” (Luna Creciente), pero como el nombre era demasiado largo, se quedó en “Croissant”.
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